"No le preguntes al extranjero su lugar de nacimiento; sino su lugar de destino"
jueves, 22 de julio de 2010
El espectador emancipado
“Para comprender esta tensión, hay que volver al sentido original de la palabra “emancipación”: la salida de un estado de minoridad. Ahora bien,ese estado de minoridad del que los militantes de la emancipación social han querido salir es, en su principio, lo mismo que ese “tejido armonioso de la comunidad” con el que soñaban, hace dos siglos, los pensadores de la contra-revolución y con el que hoy se enternecen los pensadores post-marxistas del vínculo social perdido. La comunidad armoniosamente tejida que es objeto de esas nostalgias es aquélla en la que cada uno está en su sitio, en su clase, ocupado en la función que le corresponde y dotado del equipamiento sensible e intelectual que conviene a dicho sitio y a dicha función. La comunidad platónica en la que los artesanos deben permanecer en su sitio porque el trabajo no espera –porque no deja tiempo para ir a parlotear en el ágora, deliberar en la asamblea y contemplar sombras en el teatro-, pero también porque la divinidad les ha dado el alma de hierro –el equipamiento sensible e intelectual- que los adapta y los fija en esa ocupación. Es lo que yo llamo el reparto policial de lo sensible: la existencia de una relación “armoniosa” entre una ocupación y un equipamiento, entre el hecho de estar en un tiempo y un espacio específicos, de ejercer en ellos ocupaciones definidas y de estar dotado de las capacidades de sentir, de decir y de hacer adecuadas a esas actividades. La emancipación social ha significado, de hecho, la ruptura de de ese acuerdo entre una “ocupación” y una “capacidad” que significaba la incapacidad de conquistar otro espacio y otro tiempo. Ha significado el desmantelamiento de ese cuerpo trabajador adaptado a la ocupación del artesano que sabe que el trabajo no espera y cuyos sentidos han sido modelados por esa “ausencia del tiempo”. Los trabajadores emancipados se modelaban hic et nunc otro cuerpo y otra “alma” de ese cuerpo –el cuerpo y el alma de los que no están adaptados a ninguna ocupación específica, que ponen en marcha las capacidades de sentir y hablar, de pensar y de actuar que no pertenecen a ninguna clase particular, que le pertenecen a cualquiera." Jacques Rancière: El espectador emancipado. Ellago Ensayo
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